sábado, 18 de abril de 2009

El Duende de Zaragoza

Esta vez voy a narrar un episodio ocurrido en la ciudad donde actualmente vivo que no dejara indiferente a nadie y despertara la curiosidad de los residentes de Zaragoza.


El edificio original cuando ocurrieron los hechos

Nos situamos en la calle Gascón de Gotor, número 2, en la ciudad de Zaragoza un 27 de Septiembre de 1934.
Un inmueble de cuatro plantas de reciente construcción, propiedad de la familia Palazón, habitada por 8 familias de renta elevada, con todos los adelantos de la época. En los bajos del edificio, el Café Bar Sport permanece cerrado.
En plena madrugada, una explosión de carcajadas sobresalta a los vecinos que salen a la escalera y no encuentran a nadie. Achacan el escándalo a algún bromista y regresan a sus camas.


En el segundo derecha reside la familia Palazón, un matrimonio joven con niños, la hermana de la señora y la criada Pascuala Alcocer o Alcober como aparece indistintamente en las informaciones de la época, de dieciséis años, llevando año y medio al servicio de la familia.
Pascuala es quien descubre por primera vez lo que iba a ser cotidiano en las siguientes jornadas. Pascuala esta en la cocina de azulejos verdes terminando de lavar unos platos y cuando se dispone a retirarse de la cocina, escucha una voz que parece provenir de un fogón que le llama por su nombre y deja escuchar una carcajada.
Pascuala enmudece y sale corriendo a la habitación de los señores a pedir ayuda. Los señores atribuyen las risas al cansancio de Pascuala y no le dan más importancia.


Los diferentes investigadores alrededor de la hornilla.


Unas horas más tarde, es la propia señora la que escucha un !Ay! en el momento que Pascuala cierra el pasa humos de la cocina.
Las dos mujeres salen despavoridas en busca de ayuda y cuando los vecinos acuden a la cocina, escuchan estremecidos una voz que emana de la hornilla.

A partir del 15 de Noviembre los sucesos empiezan a crecer y se empiezan a escuchar risotadas en el rellano, e insultos que salían del hornillo.
La familia se presenta en comisaría para exponer el problema y entre los días 20 y 23 de Noviembre, la policía y la guardia de asalto a las órdenes del comisario de Vigilancia de Zaragoza, Sr. Pérez de Soto realizan varios registros en el edificio sin encontrar absolutamente nada.
Incluso una comitiva de electricistas, fontaneros, arquitectos e incluso sacerdotes, intentan descubrir lo que ellos tomaban por un engaño. Las brigadas municipales llegan a levantar el suelo de la cocina buscando posibles mecanismos ocultos.
Las fuerzas de seguridad en un principio creían que se trataba de alguien que desde un conducto pudiera manipular una voz, pero las respuestas que da la voz solo pueden hacerse estando presente, ya que cuando entran los guardias la voz dice !Ya están aquí los guardias! o !No apaguéis, que no se ve!, cuando apagan la luz.


La noticia empieza a circular por Zaragoza y empieza a amontonarse un nutrido grupo de curiosos todos los día delante del edificio. Al saltar a la prensa, se desata la curiosidad en la ciudad. Unas 2000 o 3000 personas permanecen constantemente alrededor del edificio.
El Gobernador Civil, Sr. Otero Mirelis, envía una nota a los medios para que acallasen la situación.


El niño Arturito Grijalba.


El día 20 de noviembre de 1934 el Heraldo coloca en portada la siguiente noticia:
«EN UNA CASA DE LA CALLE GASCÓN DE GOTOR SE PRODUCE UN HECHO EXTRAÑO, QUE DETERMINA UNA ALARMA EXPLICABLE».


El día 27 de Noviembre, la noticia sale de España y el "The Times" ingles le concede una portada. Las agencias de información UFA (agencia alemana a la que posteriormente sustituyó el NODO) y Movietone-Fox, de Estados Unidos se movilizaron a la búsqueda de la noticia.

El periodista del Heraldo Andrés Ruiz Castillo, fallecido hace unos años, fue el único testigo de la prensa que tuvo acceso directo a la casa y pudo comprobar, de primera mano, el fenómeno. El caso del duende se convierte en la pasión/obsesión de su vida. El Correo Editorial, de Barcelona, edita un librito sobre el duende en 1935. La Revista Crónica, en diciembre de 1934, que costaba 30 céntimos de la época, le dedica extensos artículos, con fotografías y entrevistas a vecinos, curiosos y testigos; entre sus páginas se pueden leer anuncios para combatir el mal aliento o Pastillas Aztecas contra la tos, la bronquitis, el asma o el enfisema. A nivel nacional los diarios El Sol o La Nación se ocupan periódicamente del caso.

Además de las tres mil personas que se concentraban en los alrededores, la historia del duende llegó a otras muchas facetas de la vida cotidiana. Ya estoy aquí, soy el «duende» que me he trasladado para regalar al público estos o aquellos artículos a precios casi regalados, se podía escuchar en la radio. Se comercializó goma de Mascar «Duende», harinas «Duende» o radios «Duende». La estafeta de correos de Zaragoza recibió, nada más y nada menos, 11.000 cartas alusivas al duende. El Gobierno Civil recibió un telegrama desde un pueblo de Portugal dirigido al «Fantasma de la Calle Gascón de Gotor». El despacho en cuestión, dice así: «Ciudadano Fantasma de la Calle Gastón de Gotor. Si quiere venir a mi casa, le daré cinco mil pesetas. Arnaldo Lourenço Ferreiro»). La policía impidió el paso al famoso vidente aragonés Tomás Menés, cuya visita fue filmada en cinematógrafo. Un grupo de estudiantes «sobornó» al propietario del Café Bar Sport para que les dejase acceder al edificio y, provistos de sábanas, subieron al tejado del edificio para suplantar a los fantasmas. La broma les costó pagar una multa de cincuenta pesetas por cabeza, cosa que a los padres les llenaría de felicidad.
Entre las teorías falsas o disparatadas que se barajaron a pie de calle estaba, además de la ventriloquia inconsciente de la sirvienta , que proponía el eminente psiquiatra del manicomio de Zaragoza, Joaquín Gimeno Riera, se dijo que el actor Rafael López Somoza se servía de un aparato de radio para vengarse del público que le daba la espalda. O que no era otra cosa que un desafío de Eugenio Balder, uno de los padres de la ventriloquia española. También se insinuó que era propaganda del dueño del Café Bar Sport para atraer clientela o una idea por parte de las empresas de tranvías y autobuses para potenciar el transporte. Nada como una mente ociosa para dejar volar la imaginación.


Plano de la casa.


Arturo Grijalba Torres, único testigo directo con vida, que en aquel momento tenía cuatro años, vivía junto a sus padres y siete hermanos en el tercer piso; la voz se focalizaba en el hornillo del segundo. Un día, a propuesta del propietario, el Sr. Palazón, el padre de Arturo toma la decisión de trasladarse con toda su familia al piso de abajo. Las conversaciones entre el niño Grijalba y el duende se convierten en un juego macabro. Arturito, sin el miedo y los complejos que da la temprana edad, le dice a su padre: «Vámonos, que este tío está chalao». Y la voz le contesta: « ¡Chalao no, pequeño, chalao, no!» El recuerdo del duende permanece fresco en la memoria de Arturo Grijalba Torres, un hombre vitalista, muy cercano a la radio, que vivió una experiencia inexplicable e inolvidable que ha marcado su existencia y la de sus hermanos.

Sin poder demostrar que fuera una farsa y sin encontrar al Duende o el origen de las voces y risas, el juez que llevaba el caso da el veredicto de que todo se debe a un fenómeno psíquico que se producía tan solo en determinadas ocasiones.
El caso tenia que ser cerrado rápidamente ya que estaba alterando notablemente la vida de la ciudad.

El informe forense apuntó a Pascuala Alcocer como responsable de la voz de la hornilla, a pesar de que esta también se manifestara incluso cuando ella no estaba en casa.

Pascuala fue desterrada a su ciudad natal.

Y una fría noche de Diciembre de 1934, el duende desapareció dejando un mensaje aterrador:¡Voy a matar a todos los habitantes de esta maldita casa, cobardes!



Vista del inmueble actual.


Conversaciones con el duende

Al principio tan solo eran risotadas y carcajadas Pero con el tiempo, el duende de la hornilla comenzó a utilizar insultos e incluso en ocasiones se pudo establecer una conversación con él.

¡Ya estoy aquí, cobardes!, ¡Largaros, cabrones!

Lo más peculiar eran las conversaciones, como por ejemplo esta que mantuvo con dos miembros del orden:

-Policía: ¿Quién eres? ¿Por qué haces esto? ¿Quieres dinero?

-Duende: No

-Policía: ¿Quieres trabajo?

-Duende: No

-Policía: ¿Pues que quieres, hombre?

-Duende: Nada. No soy hombre.

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